Se trata de una estructura circular estucada dedicada a Ehecatl, dios del viento

JAVIER SALINAS CESAREO CORRESPONSAL
Texcoco, Mex., 8 de abril. Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realizaron un hallazgo de una estructura circular estucada que constituye el templo dedicado al dios del viento, Ehecatl, así como una ofrenda compuesta de 12 osamentas dedicada a esta deidad, y una urna funeraria, entre otros objetos prehispánicos, en un predio en el que se planeaba la construcción de una tienda departamental en pleno centro de este municipio.
El hallazgo es uno de los más importantes de los años recientes en la zona del valle de Texcoco y del país, y pone en evidencia fehaciente, por primera vez, que la antigua ciudad de Texcoco está sepultada bajo la actual.
Asunto para el Consejo de Arqueología
María Teresa García García, arqueóloga responsable de los trabajos, explicó que el hallazgo consiste en una estructura circular estucada, que es parte del templo dedicado a Quetzalcóatl-Ehecatl, dios del viento.
Junto a esta estructura se localizó también una ofrenda con 10 osamentas completas y dos en fragmentos, todas de mujeres entre 18 y 25 años.
Detalló que al centro de la cama de huesos se halló una figura pequeña en piedra, de la cual se desconoce su procedencia. Las osamentas se encontraron en forma de espiral, ''que recuerda el emblema de Quetzalcóatl, el caracol cortado", dijo.
Además, se localizó una urna funeraria y se encontró un muro de 30 metros de largo -con partes de hasta dos metros de ancho- estucado en algunas secciones. Asimismo, parte de un zompantli -muro de cráneos- y un piso estucado a una profundidad de un metro 60 centímetros. Se considera que lo hallado corresponde al centro ceremonial de los acolhuas, al templo dedicado a Ehecatl.
García García manifestó que se han realizado excavaciones arqueológicas en 30 por ciento del predio de mil 758 metros cuadrados, ubicado en las calles de Arteaga y Juárez sur, en pleno centro de Texcoco -en donde antes existía una gasolinería- la empresa Copel tenía programado construir una tienda departamental, sin embargo, las obras fueron suspendidas.
Por su parte, Jesús E. Sánchez, subdirector de Investigación de Conservación de la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH, informó que el Consejo de Arqueología del instituto será el órgano que defina qué es lo que procede con respecto al predio y qué se hará con el hallazgo.


Encuentran 280 puntos con vestigios prehispánicos en el lago de Texcoco


Javier Salinas Cesareo

Por primera vez en la historia, arqueólogos de Estados Unidos, India y México llevan a cabo un reconocimiento sistemático e intensivo de la superficie del vaso del lago de Texcoco con el fin de "entender mejor el papel de los recursos lacustres en la economía y la política prehispánica en la cuenca del valle de México". La investigación comenzó el pasado 21 de mayo y forma parte del proyecto Reconocimiento arqueológico del lago de Texcoco, en el que participan siete especialistas, encabezados por Jeffrey R. Parsons, de la Universidad de Michigan, y Luis Morett Alatorre, director del Museo Nacional de Agricultura de la Universidad Autónoma Chapingo (Uach), apoyados por el financiamiento de National Geographic.

La exploración ya arrojó sus primeros resultados: se han localizado 280 puntos donde han hallado algunos fragmentos de piezas prehispánicas. Uno de los descubrimientos se trata de una pequeña plataforma que se cree servía para propósitos rituales en el siglo XV. "Justo alrededor de una laguneta, ubicada en pleno vaso del lago de Texcoco, se localizó un pequeño estacado probablemente de pino, con 60 postes clavados (10 o 15 que sobresalen), sobre los cuales habría estado una plataforma de madera. Debajo de la plataforma, o seudopalafito, se hallaron 10 incensarios, dos vasijas trípodes, varias cuentas de collar de piedra verde, una figura completa de piedra verde, un fragmento de un metlapil, un metate, dos o tres cántaros, un comal, bastante copal y carbón que están asociados a los sahumadores."

Los especialistas consideran este hallazgo como único. "Realmente no pensamos encontrar en los primeros meses del proyecto este tipo de yacimientos", señaló Jeffrey R. Parsons, quien desde hace 40 años realiza investigaciones en América Latina.

El propósito de los investigadores en esta primera etapa es realizar el reconocimiento de 70 kilómetros cuadrados de superficie del lago de Texcoco. Colocados en fila, a 10 metros uno de otro, caminan lentamente buscando algún material prehispánico. Cuando alguno observa sobre la superficie algún pedazo de tepalcate, trozos de sahumadores, cuentas de piedra verde o besotes de obsidiana, todos se detienen, colocan una bandera roja y registran las coordenadas del punto y el levantamiento del objeto. "Al caminar hoy en el vaso del lago de Texcoco es posible ver material arqueológico inclusive de pequeños sitios de campamentos estacionales de gente que estaba aprovechando los recursos que ofrecía el lago, ya sea produciendo sal, pescando, cazando patos o haciendo cestería con los tules y gran cantidad de recursos más", señala Luis Morett, mientras uno de sus compañeros da la voz de alerta: ¡ya se ha encontrado otro fragmento de una pieza prehispánica!
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Jeffrey R. Parsons, quién es uno de los investigadores con más conocimientos etnográficos de la cuenca de México y realizó los estudios de los pescadores en Chimalhuacán y los salineros en Nexquipayac, explicó: "el objetivo es evaluar el papel de esos recursos lacustres en la economía y la política del mundo prehispánico en esta zona, especialmente en el clásico y el posclásico".

Esta es la primera ocasión en que se realiza un reconocimiento de este tipo en la zona lacustre del lago de Texcoco, pues en los años 60 y 70 se hicieron recorridos sistemáticos en partes más altas, efectuados por el propio Parsons, precisamente en los cerritos de Tepetzingo y Huatepec, en los ejidos de San Salvador Atenco. Los investigadores coinciden en que estos trabajos no hubieran sido posibles de haberse realizado el proyecto de construcción del aeropuerto en Texcoco.

Los materiales encontrados han sido llevados a los laboratorios de la Uach, donde en el transcurso de un año serán analizados; asimismo, serán enviados a la Universidad de Michigan. En el proyecto, que financió National Geographic con 18 mil dólares, también participan Mari Parsons y Hemanth Kadampi de esta última universidad y tres estudiantes de Chapingo y de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Los especialistas culminarán su primera etapa de investigación el 31 de julio.


Luis Moret (izquierda), director del Museo de Agricultura de Chapingo, y el estadunidense Jeffrey Parson (segundo de izquierda a derecha) mapean la zona. En el proyecto, apoyado por National Geographic, también participan arqueólogos de India FOTO JOSE CARLO GONZALEZ

México D.F. Viernes 20 de junio de 2003
Arqueólogos de EU, India y México realizan una exploración sistemática del vaso
Encuentran 280 puntos con vestigios prehispánicos en el lago de Texcoco
Hallan en los primeros días restos de construcciones y objetos ceremoniales
La realización del nuevo aeropuerto hubiera impedido la expedición, reconocen expertos
JAVIER SALINAS CESAREO CORRESPONSAL
Texcoco, Mex., 19 de junio. Por primera vez en la historia, arqueólogos de Estados Unidos, India y México llevan a cabo un reconocimiento sistemático e intensivo de la superficie del vaso del lago de Texcoco con el fin de "entender mejor el papel de los recursos lacustres en la economía y la política prehispánica en la cuenca del valle de México".
La investigación comenzó el pasado 21 de mayo y forma parte del proyecto Reconocimiento arqueológico del lago de Texcoco, en el que participan siete especialistas, encabezados por Jeffrey R. Parsons, de la Universidad de Michigan, y Luis Morett Alatorre, director del Museo Nacional de Agricultura de la Universidad Autónoma Chapingo (Uach), apoyados por el financiamiento de National Geographic.
La exploración ya arrojó sus primeros resultados: se han localizado 280 puntos donde han hallado algunos fragmentos de piezas prehispánicas. Uno de los descubrimientos se trata de una pequeña plataforma que se cree servía para propósitos rituales en el siglo XV.
Han localizado 280 pedazos de piezas
"Justo alrededor de una laguneta, ubicada en pleno vaso del lago de Texcoco, se localizó un pequeño estacado probablemente de pino, con 60 postes clavados (10 o 15 que sobresalen), sobre los cuales habría estado una plataforma de madera.
"Debajo de la plataforma, o seudopalafito, se hallaron 10 incensarios, dos vasijas trípodes, varias cuentas de collar de piedra verde, una figura completa de piedra verde, un fragmento de un metlapil, un metate, dos o tres cántaros, un comal, bastante copal y carbón que están asociados a los sahumadores."
Los especialistas consideran este hallazgo como único. "Realmente no pensamos encontrar en los primeros meses del proyecto este tipo de yacimientos", señaló Jeffrey R. Parsons, quien desde hace 40 años realiza investigaciones en América Latina.
El propósito de los investigadores en esta primera etapa es realizar el reconocimiento de 70 kilómetros cuadrados de superficie del lago de Texcoco.
Colocados en fila, a 10 metros uno de otro, caminan lentamente buscando algún material prehispánico. Cuando alguno observa sobre la superficie algún pedazo de tepalcate, trozos de sahumadores, cuentas de piedra verde o besotes de obsidiana, todos se detienen, colocan una bandera roja y registran las coordenadas del punto y el levantamiento del objeto.
"Al caminar hoy en el vaso del lago de Texcoco es posible ver material arqueológico inclusive de pequeños sitios de campamentos estacionales de gente que estaba aprovechando los recursos que ofrecía el lago, ya sea produciendo sal, pescando, cazando patos o haciendo cestería con los tules y gran cantidad de recursos más", señala Luis Morett, mientras uno de sus compañeros da la voz de alerta: ¡ya se ha encontrado otro fragmento de una pieza prehispánica!
Jeffrey R. Parsons, quién es uno de los investigadores con más conocimientos etnográficos de la cuenca de México y realizó los estudios de los pescadores en Chimalhuacán y los salineros en Nexquipayac, explicó: "el objetivo es evaluar el papel de esos recursos lacustres en la economía y la política del mundo prehispánico en esta zona, especialmente en el clásico y el posclásico".
Esta es la primera ocasión en que se realiza un reconocimiento de este tipo en la zona lacustre del lago de Texcoco, pues en los años 60 y 70 se hicieron recorridos sistemáticos en partes más altas, efectuados por el propio Parsons, precisamente en los cerritos de Tepetzingo y Huatepec, en los ejidos de San Salvador Atenco.
Los investigadores coinciden en que estos trabajos no hubieran sido posibles de haberse realizado el proyecto de construcción del aeropuerto en Texcoco.
Los materiales encontrados han sido llevados a los laboratorios de la Uach, donde en el transcurso de un año serán analizados; asimismo, serán enviados a la Universidad de Michigan. En el proyecto, que financió National Geographic con 18 mil dólares, también participan Mari Parsons y Hemanth Kadampi de esta última universidad y tres estudiantes de Chapingo y de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Los especialistas culminarán su primera etapa de investigación el 31 de julio.

La Jornada - México D.F., 20/6/2003


Pobladores aún llevan ofrendas a la cima del monte de 4 mil 120 metros
Culto a Tláloc, práctica que perdura en Texcoco
El control de fenómenos meteorológicos, de gran importancia para culturas antiguas: investigadores
MARIA RIVERA
A escasos kilómetros de Texcoco se yergue imponente el monte Tláloc. Su presente -a merced del expolio de los talamontes y sólo ocasionalmente visitado por aficionados al montañismo y a la arqueología- no es ni la sombra de su pasado. En su cima, situada a 4 mil 120 metros de altura, se encuentra el sitio arqueológico de alta montaña más importante de Mesoamérica, donde se rendía culto al señor de la lluvia y el trueno.
Fuentes históricas refieren que el mayor esplendor del sitio ocurrió en el posclásico tardío. Pero algunos arqueólogos que han hecho trabajos en el lugar indican que entre los restos de la cerámica encontrada hay alguna que proviene del epiclásico, 900 dC.
Pero como si de un hecho proveniente del realismo mágico se tratara, el pasado 3 de mayo -cuando se celebraba en la época prehispánica Huey tozoztli, culminación de los ritos a Tláloc, y que la Iglesia católica transformó en la celebración de la Santa Cruz- todavía hubo algunos habitantes de la región que llevaron ofrendas al lugar.
En un pequeño nicho de piedra, frente a imágenes de la Virgen de Guadalupe y del Sagrado Corazón, reposan incensarios con copal, flores rojas y blancas, agua bendita y veladoras. Y en canastas de mimbre se encuentran ofrendas consistentes en semillas de frijol, frutos, y para asombro de todos, caracoles y elementos de color azul, vinculados al culto a la deidad del agua.
El arqueólogo Luis Morett explica que al principio las ofrendas de carácter agrícola se depositaban en cuevas -ya que se creía que era una vía de comunicación con las fuerzas del inframundo y especialmente con las que tienen que ver con el control de los elementos germinales, como el agua y las semillas-, y que no fue hasta principios de nuestra era cuando comenzaron a realizarse esas actividades rituales en espacios arquitectónicos especialmente diseñados con ese fin.
Lo primero que llama la atención al llegar al sitio es la imponente calzada procesional de alrededor de 200 metros, que desemboca en el gran recinto rectangular donde se encontraba el templo dedicado a Tláloc, en cuyo interior se encontraba la imagen de esa deidad. A un costado está el tiro de una de las chimeneas del volcán.
Durán describe en el siglo XVI que el lugar estaba rodeado de una barda, rematada por almenas. Todavía quedan restos de los pequeños cuartos que ocupaban los custodios -caballeros ocelotes y águilas- para evitar el saqueo de las ofrendas.
Luis Morett relata que un día antes de ceremonia en Huey tozoztli, que abría el ciclo agrícola, llegaban los señores principales de Texcoco, Chalco, Tacuba y Tenochtitlan, y se quedaban a dormir en las faldas del cerro; en la madrugada subían a realizar los sacrificios de niños -que personificaban los tlaloque, pequeños servidores del dios de la lluvia que vivían en los cerros- y bañar con su sangre la imagen de piedra que se encontraba en el templo. Posteriormente dejaban una serie de objetos a manera de ofrenda, que según fuentes documentales era extraordinariamente rica, al grado de que el templo resultaba insuficiente para contenerla. Los cuerpos de los sacrificados se arrojaban por el tiro del volcán.
La selección de esta montaña como sitio nodal del culto a Tláloc -indica el arqueólogo- tiene que ver con el hecho de que las nubes que se precipitan en la cuenca de México regularmente entran por aquí. "Quien mira al monte desde el valle, una de las primeras imágenes que tiene es que las nubes se están formando en su cima, como si ahí estuvieran naciendo".
La investigadora Johanna Broda, en su texto El culto mexica de los cerros de la cuenca de México, explica: "En las antiguas culturas agrarias resultaba extremadamente importante controlar los fenómenos meteorológicos que, debido al paisaje de Mesoamérica y las grandes diferencias de altitudes y pisos ecológicos, son particularmente variados, y pueden ser de una vehemencia imprevisible y destructora. Todos estos rasgos se ven reflejados en el caprichoso y ambiguo carácter de Tláloc".